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Y TU, ¿SABES A DONDE VAS?

Del libro «Cuentos para crecer y curar» de Michel Dufour:

Desde hace mucho, Ulises preparó este viaje que debía cambiar su vida. Tomó cursos de geografía y aprendió a hablar varios idiomas. El lugar que visitaría importaba poco; lo importante, era viajar.

Las dificultades comenzaron cuando fue a la agencia para reservar su billete de avión. La persona que lo atendió le hizo las preguntas habituales hasta que llegó el momento de determinar el lugar de destino.

– No quiero ir a México –dijo Ulises-, ni a Grecia, ni a Italia, ni tampoco a Pakistán. – ¿Adónde quiere ir? –le interrogó el agente de viajes. – A Inglaterra no –dijo nuestro amigo-, ni a África, ni a Australia, ni a Alemania. – De nada nos sirve saber dónde no quiere ir –le dijo el especialista cada vez más desconcertado-; necesitamos saber dónde sí desea llegar. – No me interesa ir a Francia, ni a Portugal, ni a Rusia, ni a América –dijo Ulises.

Al darse cuenta del callejón sin salida en el que se encontraba, nuestro futuro turista, avergonzado, decidió regresar a su casa.

Esa noche soñó que se encontraba en un aeropuerto viendo las salidas de los aviones.

De pronto vio a su lado al gran Lindberg, el primer piloto que atravesó el Atlántico en 1927, quien se dirigió a él y le dijo: «Los aviones están listos para ir a donde sea», dijo. «El piloto es quien debe decidir el lugar donde aterrizará el aparato».

Poco después, nuestro amigo se despertó sobresaltado y se volvió a dormir muy tarde.

Por la mañana, se dio cuenta de la importancia que tiene saber bien cual es nuestro destino antes de emprender un viaje.

Maltrato y violencia familiar en los niños(as)

Por: María Guadalupe Santana Flores

Resumen:

El ensayo  aborda el tema del maltrato infantil en el ámbito familiar, analizando el trabajo de algunos autores con orientación psicoanalítica. La importancia de este tema, radica en la trascendencia, ya que actualmente ha pasado a ser un problema de salud pública en el que varias posturas coinciden en la investigación  y la creación de herramientas tanto preventivas como de análisis de los casos reportados. Resulta importante, unificar modelos de intervención y los aspectos clínicos, psicosociales y judiciales que condicionan la utilización de diferentes criterios en la conceptualización del maltrato infantil.

 Introducción.                                                                                                   Si bien es cierto que la violencia familiar no es un fenómeno nuevo, ya que se ha presentado desde tiempos remotos, y solo a partir de
l siglo pasado se convierte en un problema generalizado, llegando a ser considerado como una problemática de salud pública, claro está, siendo más patente en algunos países como el nuestro. Por ello el fenómeno de la violencia familiar solo empezó a estudiarse como tal, a mediados del siglo XX por diversas disciplinas como la pediatría, la psicología, la psiquiatría, entre otras. Lo que es nuevo es la conciencia que se tiene del tema, además de posibilitar la reflexión y buscar alternativas al problema. Debido a la influencia del reconocimiento de la personalidad del niño y de los derechos que le son propios. La repercusión de esta violencia, en el desarrollo del niño ha sido estudiada estos últimos años: se han difundido ciertos disturbios específicos, tanto más graves mientras más pequeño es el niño, y esté bajo la total dependencia de sus padres. Estos estudios, además, han demostrado la repercusión a largo plazo de las experiencias infantiles procesos en la medida en que, una vez vueltos adultos, estos jóvenes van a reproducir muy probablemente los mismos comportamientos de violencia, en relación con sus propios hijos. De ahí la importancia que tiene la prevención, para desarmar este círculo vicioso.

Para  el desarrollo del ensayo se realizará,  investigación bibliográfica de diversos autores, que han abordado el tema, desde la perspectiva psicoanalítica y social, analizando  lecturas y desarrollando  aportaciones en relación al mismo.

Las consecuencias de la violencia familiar en el desarrollo del niño son múltiples, pero algunos rasgos de comportamiento parecen más específicamente vinculados a la experiencia, la violencia de los abusos y su repetición (Azaola, 1993).

 Además de los daños somáticos graves que puede provocar un traumatismo físico violento, el niño reacciona a la violencia repetitiva con un estado de insensibilidad, desamparo y apatía, se torna insensible a los cuidados que le prodigan en lo inmediato. Algunos niños están más expuestos que otros a los maltratos. Las situaciones particulares los designan como niños “blancos”, víctimas  electivas de violencia, mientras que a los demás hermanos en ocasiones ni se les toca. Esta noción clásica es, de hecho, discutible, pues los maltratos que tienen que ver con el resto de la familia, pueden estar ocultos. Un niño/a puede estar más expuesto, si nació de una primera unión y no es aceptado/a por el  nuevo consorte, o si su nacimiento, ha venido a romper el equilibrio frágil, y pone a la familia en dificultades. Los motivos son a veces menos evidentes: el sexo, la apariencia física del niño, su voracidad o su apatía pueden provocar de entrada un rechazo por parte de padres inmaduros (Dolto, 1987).   El niño/a está en una posición de gran vulnerabilidad, si nace prematuramente, con impedimentos o si ha sido precozmente separado de sus padres. En el caso del niño/a con capacidades diferentes, se les mantiene en el hogar y la posible intolerancia de los padres no es detectada, los impedimentos del niño/a pueden ser negados o ignorados, y entonces, es maltratado como si sus dificultades fueran la prueba de su mala voluntad, o puede ser sometido a manipulaciones absurdas con miras reeducativas. El niño/a protegido por uno de los padres puede ser maltratado por aquel que se siente excluido. En las investigaciones con gemelos (Lebovici S., 1995), aunque actualmente la mayoría de los padres están informados con anterioridad, la llegada de dos niños, puede provocar el rechazo de uno de ellos. La diferencia de aspecto o de sexo y la separación de uno de los bebes en un centro de cuidados, inducen a una separación entre el niño bueno y el enfermo. Por razones propias de la historia de los padres el niño/a que es rechazado, no es siempre ni el más frágil, ni el menos gratificante.

Los padres que maltratan.

Los padres que pasan al acto de manera agresiva hacia un niño pueden tener estructuras psicopatológicas muy diversas. Tienen comportamientos obsesivos y fóbicos que los relacionan con estados límite o las neurosis de carácter. En los casos de negligencia grave, se señala muchas veces el estado depresivo severo, en los padres y/o manifestaciones fóbicas en relación con el niño/a. En ocasiones es difícil para que, el que interviene tenga una idea precisa de los disturbios, que presentan los padres (Lebovici, 1995). Sin embargo, el conocimiento profundo del funcionamiento psicológico de los padres, es una fase indispensable antes de cualquier atención; esto permite apreciar sus posibilidades de movilización de las cuales depende la seguridad del niño. La atención a este problema debe ser obviamente multidisciplinaria, a fin de llegar a una visión relativamente objetiva de la situación. El conocimiento de la historia de los padres, de su infancia, de su vida de pareja y la observación de las interacciones con sus hijos, pueden hacer que se aprecie el significado de los maltratos y determinar la ayuda que es posible proponer (Lebovici, 1995).

En muchos casos, por el bien del niño habrá que ayudar a los padres más que castigarlos,  obtener su confianza y  su cooperación en las medidas consideradas para iniciar un tratamiento. Por lo tanto, hay que excluir toda agresividad hacia ellos y tratar de analizar sus antecedentes, su personalidad y la del niño, así como las interacciones recíprocas.

El abordaje y enfrentamiento de situaciones de maltrato, no sólo demanda formación técnica y profesional de quienes  intervienen en este tipo de conflictivas, sino también una actitud y formación ética, compatible con la problemática que se está abordando. En este sentido, el trabajo con niños/as que son víctimas de agresiones, requiere de un marco o contexto básico, en donde las estrategias específicas de acción se integren y adquieran sentido.

Uno de los elementos importantes, a desarrollar en la sociedad para analizar el tema, sería flexibilizarse, sensibilizarse y aceptar que todos somos iguales y que, por lo tanto, cada persona, sea niño, joven, mujer, adulto o anciano, merece la igualdad de espacios para desarrollarse, el respeto a sus derechos más elementales, una libertad plena para pensar diferente y un trato digno y sin violencia.

Referencias Bibliográficas

  1. Azaola, Elena (2005). Violencia Intrafamiliar y Maltrato Infantil. Comisión Nacional de Derechos Humanos.
  2. Dolto, Fracoise (2000). Dolto para Padres. España: Plaza & Janés.
  3. Gerber, Daniel et. al. (2011). Desafíos en la Clínica Psicoanalítica Actual. México. Circulo Psicoanalítico Mexicano
  4. Lacan, Jackes (1987). La familia. Buenos Aires: Argonauta.
  5. Lebovici, Serge (2005). Diagnósticos en la Infancia. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.
  6. Secades, Yolanda (2002). Violencia Familiar. México: Programa Mujer y Salud Secretaría de Salud.

Familia, discapacidad y resiliencia

Por:  Psicólogo Osamu Jesús Tomatani Mejía

De acuerdo a lo que aporta  Barbado, Aizpiri, Garzón y Rodríguez, (2004), la familia es una unidad básica de socialización; es el contexto social  inmediato  donde se inicia y produce la integración de los seres humanos en un sistema social. Es en  la familia donde los seres humanos  construyen sus pautas básicas de relación que influirán y determinarán  las interacciones de su etapa  adulta. Es el primer laboratorio del aprendizaje social. Los seres humanos siempre han tenido que formar grupos, y esto a resultado fundamental para el desarrollo de la civilización. La forma natural entre los seres humanos de unirse y coexistir es formar grupos que hemos conceptualizado como  familia. Así lo demuestran los estudios transculturales que demuestran cómo, la familia es un grupo básico en todas las culturas. La familia ha cambiado a  lo largo de la historia y ha adaptado su organización de acuerdo a las vicisitudes socioculturales, económicas  y políticas sufridas.

Entonces, a partir de lo anterior, podemos deducir que para entender a los individuos, necesitamos entender su contexto y cómo es la dinámica dentro de su familia; al respecto Andolfi (2010) aporta que para analizar la relación que existe entre comportamiento individual y grupo familiar, es un único acto de observación, es necesario considerar a la familia como un todo orgánico, es decir, como un sistema relacional que supera y articula entre si los diversos componentes individuales. Por ende si queremos observar la interacción humana, y más en particular la familia, siguiendo un enfoque sistémico, debemos aplicar las diversas formulaciones, y las deducciones de los principios validos para el sistema en general. Así partiendo de las afirmaciones de  Bertalanffy (1998), donde para él, todo organismo es un sistema, ósea un orden dinámico de partes, y procesos entre los que se ejercen interacciones reciprocas; del mismo modo considera a la familia como un sistema abierto, constituido por varias unidades ligadas entre si, por reglas de comportamiento y por funciones dinámicas en constante interacción entre sí e intercambio con el exterior. De la misma manera se puede postular que todo grupo social es a la vez un sistema constituido por múltiples microsistemas en interacción dinámica. Es pues que podemos considerar a la familia como principal fuente de aprendizaje y de adquisición de herramientas que servirán a los niños en su vida adulta para establecer vínculos afectivos; pero también pueden adquirir actitudes que  podrían perjudicar   sus formas de relación de sus etapas posteriores.

Teniendo comprendido el concepto de  familia podemos comenzar a analizar lo que sucede cuando uno de los integrantes tiene alguna discapacidad; Sterm (2005) afirma que la presencia de una persona con discapacidad, no solo distingue una familia de otra si no que dichas  familias se visualizan como un engranaje de “capacitados” y “no capacitados”; a medida que en el imaginario social, en lo simbólico, la discapacidad se asocia al par sano-enfermo, y al par normal- anormal.

García (2005) señala que hoy entendemos la discapacidad como una construcción social que parte del no reconocimiento de las diferencias del otro; es decir de cómo la sociedad aborda las diferencias comparado con todas las formas de discriminación que han existido, ya sea por genero, étnica, clase social o en este caso por discapacidad. La discapacidad no existiera entonces, si todos nos reconociéramos en las diferencias, simplemente seriamos seres diferentes.

Debemos pensar la discapacidad ubicada en el complejo mundo de lo social y no caer en falsas abstracciones que lo separan de forma artificiosa y engañosa; hay que rescatar el enfoque de la persona con discapacidad como un ser social y biológico cuya discapacidad no es un atributo individual sino un problema social con un eje central referido a lo ideológico y a lo actitudinal (Consejo Nacional de Rehabilitación 2005).

Es entonces que podemos darnos cuenta de cómo la familia se deja influenciar por dicha construcción social acerca de la discapacidad y de acuerdo a las investigaciones realizadas por Berger (2008) queda demostrada  la tendencia de las familias a aislarse del mundo y a alejarse  sus redes sociales por tanto limitan el contacto con las demás personas; en otras ocasiones se tiende a la manipulación de los demás por medio del integrante con discapacidad. De igual manera a observado que las familias tienden a polarizarse y permanecer en los extremos del abandono o sobreprotección de la persona con discapacidad.

Es evidente que las familias con un integrante con discapacidad cruzan un proceso de crisis muy especial con el cual deben lidiar y quizá unos de los recursos más efectivos con los que cuenta es  la “resiliencia”;  tanto a nivel individual como familiar la resiliencia se concibe como la fuerza que se opone a la devastación potencial de la adversidad; no es posible hablar de resiliencia en ausencia de condiciones de adversidad con alta posibilidad de generar cambios negativos en una persona o grupo. La adversidad es entonces el germen de la resiliencia, el dolor es la semilla de la superación, y los obstáculos son el incentivo al esfuerzo sostenido hacia una meta que caracteriza a las personas y familias resilientes (Cyrulink, 2003).

A manera de conclusión cabe resaltar la importancia de tomar en cuenta el proceso y configuración de las familias, así como también los patrones de interacción que suelen establecer en determinadas situaciones, en especial cuando hay un miembro que presenta alguna discapacidad; es necesario hacer consciencia de la importancia de cambiar los constructos sociales que giran en torno al tema de la discapacidad; si bien es cierto que la discapacidad se considera una idea o construcción social,  también puede ser una idea y construcción propia,  es pues que si analizamos desde el punto de vista de la teoría general de los sistemas, podemos afirmar que si bien los sistemas influyen en los sistemas mayores, también el individuo influye en el sistema y el sistema en el individuo; entonces si una persona con discapacidad se cree enferma o anormal está contribuyendo a que la idea se solidifique dentro del pensamiento global; en cambio si el individuo es capaz de sobrepasar  el constructo social entonces podrá romper con los patrones de pensamiento. Es de igual manera importante considerar que todas las personas cuentan con el recurso de la resiliencia, y que no se trata de algo que se obtiene si no algo que se forma dentro de cada individuo dependiendo de sus experiencias.

Referencias bibliográficas

  • Andolfi, M. (2010) Terapia Familiar Un Enfoque Interaccional Barcelona: Paidos
  • Barbado, Aizpiri, Garzón y Rodríguez, (2004) Individuo y Familia. Revista  Grupo de Habilidades en Salud Mental de la SEMG (61), 84-94)
  • Berger, T. (2008) Aportes de la perspectiva sistémica y la terapia familiar, al trabajo con educación especial, Revista Intercontinental de psicología y educación   1, (10), 75-90
  • Bertalanffy, I. (1998) Teoría General de los Sistemas Buenos Aires: Emece editores
  •  Consejo Nacional de Rehabilitación. (2005). Manual para conocer la clasificación internacional de fundamentos de discapacidad y salud. Costa Rica: Consejo Nacional de Rehabilitación y Agencia de cooperación internacional de Japón.
  • Cyrulink, B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Barcelona: Gedisa
  • García, S. (2005). Rehabilitación basada en la comunidad España: Pax editores
  • Sterm, F. (2005). El estigma y la discriminación Argentina: Novedades 

El Maestro…

Extraido de «26 cuentos para pensar», Jorge Bucay

El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma…
 Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado…
 
– Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
 
– Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
– Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
– Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
– ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?…
– Me encantaría… Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro…
– No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte…
– Permíteme que te lo mastique antes de dártelo…
– No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.
El maestro hizo una pausa y dijo:
– Si yo les explicara el sentido de cada cuento… sería como darles a comer una fruta masticada

Que necesitan nuestros Jovenes…

Por: Psic. Francisco A. Olvera Minjares

La educación que recibimos de nuestros padres, y los medios de comunicación, nos hicieron creer que nuestros hijos se podían  «traumar» si les hablamos fuerte, si los castigamos, o les marcamos límites muy claros. Nos hicieron temerle al conflicto con los hijos, evitamos temas complicados, evitamos sancionar, nuestras consecuencias frente a las reglas deja mucho que desear.

            Se nos olvido ser autoridad. Se nos olvidó, que como padres, nuestra función primordial es educar a nuestros hijos, y me refiero a educar para la vida, no a la educación escolar.

            La generación actual, jóvenes entre 18 y 30 años, no tienen definido que quieren en la vida, o como dijo Bucay, «¿para que viven?» les falta el temple, el sentido de vivir, del que habla Viktor Frankl.

            Pilar Sordo, Psicóloga chilena, propone en su libro «¡Viva la Diferencia!» lo que ella llama » LOS TRES PILARES DE LA EDUCACIÓN»

  • RESPONSABILIDAD
  • LIBERTAD
  • FUERZA DE VOLUNTAD

            Los padres debemos educar a nuestros hijos para que tengan responsabilidad, debemos darles tareas y deberes de vida, no solo académicos, que les permitan poco a poco, sentirse aptos para enfrentar la vida, conozco jóvenes que tienen maestrías y doctorados, pero que no saben salir a buscar trabajo, jóvenes con licenciatura en mercadotecnia,  que creen denigrante trabajar en un puesto de tacos, cuando, es ahí, donde pueden ejercer su profesión,  Jóvenes que creen merecerlo todo por haber estudiado y creen injusto que nadie les de  trabajo, sin haber luchado antes por conseguirlo.

            Estas tareas  de vida, pueden ser: hacer labores en casa, trabajar en vacaciones, hacer labor social, ayudar en el trabajo a los padres, etc.

            La libertad concebida como “hacer lo que tiene sentido para mi proyecto de vida”, y no como “hacer lo que yo quiero”,  sin embargo, para tener esta libertad, es necesario primero ser responsable, un Joven responsable, tendrá la claridad de pensamiento para decidir cuándo ejercer su libertad, es decir, cuando hacer algo para darle sentido y rumbo a su vida.

            Para lograr esto, es necesario permitirle, la toma de decisiones responsables, en donde pueda asumir las consecuencias de sus acciones, sean estas consecuencias logros o fallas.

            Y por último, la educación de la fuerza de voluntad, que será necesaria para ejercer la libertad y la responsabilidad.

            Sin la fuerza de voluntad, no hay acción que continúe, meta que se alcance, sueños que se persigan, la fuerza de voluntad, se adquiere en el día a día, con la “obligación” de hacer aquello que en ocasiones no nos gusta hacer o no tenemos ganas de hacerlo, la fuerza de voluntad, es aprender a encontrar motivos donde no los hay, la fuerza de voluntad, es anteponer mi responsabilidad a mi flojera o desgano.

            Para formar estos tres pilares los padres, debemos ser consistentes y congruentes, ser consistentes, significa, no desautorizarse entre los adultos, mantener firme la decisión de castigos o consecuencias por las acciones de los hijos, mantener la congruencia entre los castigos y las faltas, no cambiar los valores o puntos de vista por conveniencia.

             La educación de la fuerza de voluntad, no se logra  FACILITANDOLES LAS COSAS, sino enseñándoles como enfrentarse a ellas y a darles solución.

             SI QUIERES QUE TU HIJO ANDE EL CAMINO, NO LE HAGAS EL CAMINO, ENSEÑALE COMO HACERLO, Y EL DECIDIRA EL RUMBO.

Autoestima

Por: Psic. Francisco Olvera M.

EL VALOR QUE TIENEN LAS PALABRAS

Podría escribir un libro completo de todas estas maravillosas palabras, que fueron parte de un movimiento social en algún momento:

  • -Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas., (Ernesto “Che” Guevara)
  • -El peor enemigo de la revolución es el burgués que muchos revolucionarios llevan adentro- (Mao Tse Tung)
  • -No hay Revolución sin Revolucionarios – Los revolucionarios de todo el mundo somos hermanos – (José de San Martín).
  • En los momentos de crisis sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. (Albert Einstein).
  • -Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. (Jesús de Nazaret según Mateo 5:1-12)
  • -Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena…(Martin Luther King)
  • No podemos tener una revolución que no involucre y libere a las mujeres. (John Lennon.)
  • -El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan. (Karl Marx)
  • -Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista. (Obispo Helder Camara).

Sin embargo, me pregunto, ¿acaso sirven de algo las palabras, pronunciadas o escritas si nadie las escucha o lee?

Las palabras, están allí, o más bien, están aquí, en este preciso instante, estas palabras que escribo, ¿qué valor tienen?, ¿a quién impactan?, ¿a quién le mueven la conciencia?, ¿a quién le importa?

¿A mí?, que soy quien las plasma en este documento, o ¿a ti?, qué las estás leyendo.

Te has puesto a pensar, ¿realmente, quien le da valor a las palabras?, ¿el que las dice o escribe, o quien las escucha o lee?

En un principio, obviamente, el valor inicial, se lo da quien las dice o escribe, porque esa es la intención, decir o escribir algo para comunicar ideas y emociones, pero es quien las escucha o lee, quien finalmente dará valor a las palabras, las hará suyas, les pondrá una emoción y las compartirá.

Cada vez que leo o escucho algo, SOY YO, quien le dará valor a eso que leí o escuché, SOY YO el lector o escuchante[1] quien se apropia del mensaje, le da un valor y le asigna un sentimiento.

Tengo la libertad de decidir, si lo que escucho o leo, me lastima, me fortalece, me hace feliz o simplemente, ignorarlo.

SOY YO,  cuando leo  o escucho,  el que decide si lo que escribes o dices, vale la pena ser leído o escuchado.

SOY YO, quien se engancha cuando escucha palabras ofensivas o altisonantes, SOY YO quien se lastima por lo que escucha, SOY YO quien se siente feliz, con lo que escucha o lee.

Finalmente lo que escucho o leo, me afectará de alguna manera, solo si YO PERMITO QUE ASI SEA.

SOLO YO, soy responsable de DARLE VALOR A LAS PALABRAS,  al ESCUCHARLAS O LEERLAS.

 


[1] NOTA: Intencionalmente utilicé la palabra Escuchante en lugar de Oyente, porque considero más adecuada al proceso de oír racionalmente