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Maltrato y violencia familiar en los niños(as)

Por: María Guadalupe Santana Flores

Resumen:

El ensayo  aborda el tema del maltrato infantil en el ámbito familiar, analizando el trabajo de algunos autores con orientación psicoanalítica. La importancia de este tema, radica en la trascendencia, ya que actualmente ha pasado a ser un problema de salud pública en el que varias posturas coinciden en la investigación  y la creación de herramientas tanto preventivas como de análisis de los casos reportados. Resulta importante, unificar modelos de intervención y los aspectos clínicos, psicosociales y judiciales que condicionan la utilización de diferentes criterios en la conceptualización del maltrato infantil.

 Introducción.                                                                                                   Si bien es cierto que la violencia familiar no es un fenómeno nuevo, ya que se ha presentado desde tiempos remotos, y solo a partir de
l siglo pasado se convierte en un problema generalizado, llegando a ser considerado como una problemática de salud pública, claro está, siendo más patente en algunos países como el nuestro. Por ello el fenómeno de la violencia familiar solo empezó a estudiarse como tal, a mediados del siglo XX por diversas disciplinas como la pediatría, la psicología, la psiquiatría, entre otras. Lo que es nuevo es la conciencia que se tiene del tema, además de posibilitar la reflexión y buscar alternativas al problema. Debido a la influencia del reconocimiento de la personalidad del niño y de los derechos que le son propios. La repercusión de esta violencia, en el desarrollo del niño ha sido estudiada estos últimos años: se han difundido ciertos disturbios específicos, tanto más graves mientras más pequeño es el niño, y esté bajo la total dependencia de sus padres. Estos estudios, además, han demostrado la repercusión a largo plazo de las experiencias infantiles procesos en la medida en que, una vez vueltos adultos, estos jóvenes van a reproducir muy probablemente los mismos comportamientos de violencia, en relación con sus propios hijos. De ahí la importancia que tiene la prevención, para desarmar este círculo vicioso.

Para  el desarrollo del ensayo se realizará,  investigación bibliográfica de diversos autores, que han abordado el tema, desde la perspectiva psicoanalítica y social, analizando  lecturas y desarrollando  aportaciones en relación al mismo.

Las consecuencias de la violencia familiar en el desarrollo del niño son múltiples, pero algunos rasgos de comportamiento parecen más específicamente vinculados a la experiencia, la violencia de los abusos y su repetición (Azaola, 1993).

 Además de los daños somáticos graves que puede provocar un traumatismo físico violento, el niño reacciona a la violencia repetitiva con un estado de insensibilidad, desamparo y apatía, se torna insensible a los cuidados que le prodigan en lo inmediato. Algunos niños están más expuestos que otros a los maltratos. Las situaciones particulares los designan como niños “blancos”, víctimas  electivas de violencia, mientras que a los demás hermanos en ocasiones ni se les toca. Esta noción clásica es, de hecho, discutible, pues los maltratos que tienen que ver con el resto de la familia, pueden estar ocultos. Un niño/a puede estar más expuesto, si nació de una primera unión y no es aceptado/a por el  nuevo consorte, o si su nacimiento, ha venido a romper el equilibrio frágil, y pone a la familia en dificultades. Los motivos son a veces menos evidentes: el sexo, la apariencia física del niño, su voracidad o su apatía pueden provocar de entrada un rechazo por parte de padres inmaduros (Dolto, 1987).   El niño/a está en una posición de gran vulnerabilidad, si nace prematuramente, con impedimentos o si ha sido precozmente separado de sus padres. En el caso del niño/a con capacidades diferentes, se les mantiene en el hogar y la posible intolerancia de los padres no es detectada, los impedimentos del niño/a pueden ser negados o ignorados, y entonces, es maltratado como si sus dificultades fueran la prueba de su mala voluntad, o puede ser sometido a manipulaciones absurdas con miras reeducativas. El niño/a protegido por uno de los padres puede ser maltratado por aquel que se siente excluido. En las investigaciones con gemelos (Lebovici S., 1995), aunque actualmente la mayoría de los padres están informados con anterioridad, la llegada de dos niños, puede provocar el rechazo de uno de ellos. La diferencia de aspecto o de sexo y la separación de uno de los bebes en un centro de cuidados, inducen a una separación entre el niño bueno y el enfermo. Por razones propias de la historia de los padres el niño/a que es rechazado, no es siempre ni el más frágil, ni el menos gratificante.

Los padres que maltratan.

Los padres que pasan al acto de manera agresiva hacia un niño pueden tener estructuras psicopatológicas muy diversas. Tienen comportamientos obsesivos y fóbicos que los relacionan con estados límite o las neurosis de carácter. En los casos de negligencia grave, se señala muchas veces el estado depresivo severo, en los padres y/o manifestaciones fóbicas en relación con el niño/a. En ocasiones es difícil para que, el que interviene tenga una idea precisa de los disturbios, que presentan los padres (Lebovici, 1995). Sin embargo, el conocimiento profundo del funcionamiento psicológico de los padres, es una fase indispensable antes de cualquier atención; esto permite apreciar sus posibilidades de movilización de las cuales depende la seguridad del niño. La atención a este problema debe ser obviamente multidisciplinaria, a fin de llegar a una visión relativamente objetiva de la situación. El conocimiento de la historia de los padres, de su infancia, de su vida de pareja y la observación de las interacciones con sus hijos, pueden hacer que se aprecie el significado de los maltratos y determinar la ayuda que es posible proponer (Lebovici, 1995).

En muchos casos, por el bien del niño habrá que ayudar a los padres más que castigarlos,  obtener su confianza y  su cooperación en las medidas consideradas para iniciar un tratamiento. Por lo tanto, hay que excluir toda agresividad hacia ellos y tratar de analizar sus antecedentes, su personalidad y la del niño, así como las interacciones recíprocas.

El abordaje y enfrentamiento de situaciones de maltrato, no sólo demanda formación técnica y profesional de quienes  intervienen en este tipo de conflictivas, sino también una actitud y formación ética, compatible con la problemática que se está abordando. En este sentido, el trabajo con niños/as que son víctimas de agresiones, requiere de un marco o contexto básico, en donde las estrategias específicas de acción se integren y adquieran sentido.

Uno de los elementos importantes, a desarrollar en la sociedad para analizar el tema, sería flexibilizarse, sensibilizarse y aceptar que todos somos iguales y que, por lo tanto, cada persona, sea niño, joven, mujer, adulto o anciano, merece la igualdad de espacios para desarrollarse, el respeto a sus derechos más elementales, una libertad plena para pensar diferente y un trato digno y sin violencia.

Referencias Bibliográficas

  1. Azaola, Elena (2005). Violencia Intrafamiliar y Maltrato Infantil. Comisión Nacional de Derechos Humanos.
  2. Dolto, Fracoise (2000). Dolto para Padres. España: Plaza & Janés.
  3. Gerber, Daniel et. al. (2011). Desafíos en la Clínica Psicoanalítica Actual. México. Circulo Psicoanalítico Mexicano
  4. Lacan, Jackes (1987). La familia. Buenos Aires: Argonauta.
  5. Lebovici, Serge (2005). Diagnósticos en la Infancia. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.
  6. Secades, Yolanda (2002). Violencia Familiar. México: Programa Mujer y Salud Secretaría de Salud.

Maltrato infantil dentro de la familia

Por. Lic. en Psic. Martha Patricia Vásquez

RESUMEN 

 “En este trabajo se abordó el tema del maltrato infantil  en el ámbito familiar. Se realizó un análisis de la concepción del niño maltratado con dos diferentes autores  haciendo un recorrido histórico de la problemática hasta llegar a nuestro tiempo. Como conclusiones se comprometió a los profesionales de la salud a buscar estrategias de intervención planteando diferentes premisas que no justifican el maltrato infantil”   

ABSTRACT

«This study broached the subject of child abuse in the family. An analysis of the conception of the abused child with two different authors doing a historical overview of the problem down to our time. As conclusions pledged to health professionals to seek intervention strategies considering different premises that do not justify child abuse «.

  INTRODUCCIÒN

En este ensayo se abordará el tema del maltrato infantil en el ámbito familiar. Se hace un recorrido al trabajo de dos autores que abordan la problemática.

Es necesario hacer un análisis a las concepciones que tenemos con respecto a la violencia o maltrato infantil.

En un primer momento se desarrollara la primera concepción y posteriormente se analizará la otra.

La importancia de buscar una definición es porque se busca justificar dicho acto con la idea de la buena educación,  formación de valores e implementación de reglas en las familias.

Como parte de la idiosincrasia de la cultura mexicana y latina se ha encontrado un tipo de maltrato como formas de educación que utilizan las familias  en las  diferentes generaciones.

Se ha utilizado el maltrato como parte de las técnicas  para generar la buena conducta en los niños, si recordamos las frases que nuestros abuelos y quizás aún padres de esta generación mencionan como parte de la ideología heredara, “¡El que te pega…Te quiere bien!”.

Para definir el maltrato debemos unificar los distintos modelos de trabajo-intervención y los distintos aspectos clínicos, psicosociales y judiciales que condicionan la utilización de diferentes criterios en la conceptualización del maltrato infantil.

La importancia de la familia en el proceso de socialización del niño y el papel de las madres en la educación y del padre como jefe de familia, las diferentes tipologías familiares, tradiciones sociales y leyes, entorno social o urbano, han condicionado el desarrollo social de la infancia, no siendo hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando la familia adquiere las características según nuestra concepción actual de los lazos familiares y del papel de los niños en ella.

En la mitad del siglo XX, La crianza del  niño consistía en formarle y guiarle por el buen camino para adaptarle a la vida en la sociedad. El padre comienza a interesarse por el niño no solo de forma ocasional, e incluso ayuda  a la madre en tareas de crianza.[1]

Actualmente, en muchas familias, cuando alguien quiere intervenir en favor de un niño, se dice: “él es mi hijo y yo hago lo que quiero con él”; es decir, el concepto de «propiedad privada» está internalizado  en nuestra forma de ver y entender las relaciones con nuestros hijos.

Las causas que explican este fenómeno de violencia responden a múltiples factores.

Entre ellos se pueden mencionar:

  • Factores propios del agresor, como son sus características culturales, biológicas o psiquiátricas.
  • Factores propios del agredido, como son las desventajas del niño en términos de  problemas físicos, mentales o el desapego afectivo.
  • Factores ambientales, como la pobreza.
  • Factores culturales, tales como la creencia que el castigo es parte de la crianza de los hijos, en una sociedad centrada en los derechos de los adultos.

Flexibilizarse, sensibilizarse y aceptar que todos somos iguales y que, por lo tanto, cada persona, sea niño, joven, mujer, adulto o anciano, merece la igualdad de espacios para desarrollarse, el respeto a sus derechos más elementales, una libertad plena para pensar diferente y un trato digno y sin violencia.[2]

 CONCLUSIONES:

El abordaje y enfrentamiento de situaciones de Maltrato no sólo demanda formación técnica y profesional de quienes  intervienen en este tipo de conflictivas, sino también una “actitud” y formación ética, compatible con la problemática que se está abordando. En este sentido, el trabajo con niños/as que son víctimas de agresiones,  requiere de un marco o contexto básico, en donde las estrategias específicas de acción se integren y adquieran sentido.

Algunas premisas:

  • No existe ninguna razón que justifique la violencia hacia un niño/a.
  • La violencia no debe tener un lugar dentro de la familia.
  • Nadie merece vivir con miedo, amenazado, lastimado  o insultado dentro de su propia familia.
  • El que abandona,  golpea el alma y el cuerpo es responsable de su propio comportamiento.
  • La conducta violenta se desarrolla en forma progresiva, por lo tanto se deben evitar nuevas crisis.
  • La idea de que quien ejerce  la violencia es “provocado/a”, constituye un mito, que contribuye a mantener y  tolerar la agresión.
  • Cuando la violencia ha comenzado en una familia, es muy difícil que se detenga espontáneamente,  tendiendo a aumentar con el paso del tiempo.

BIBLIOGRAFIA:

  • Casados Flores Juan, José A. Díaz Huertas, Carmen Martínez González, (1997), Niños Maltratados, Editorial Díaz de Santos. S. A., Madrid
  • Iván Zamora Z. (1998), Maltrato Infantil, Coordinador Paicabí, Centro de promoción y apoyo a la infancia. Chile.
  • Arruabarrena, M.I., De Paúl, J. Torres, B. (1990), El Maltrato Infantil: Detección, Notificación, Investigación y Evaluación. Guía Básica de Utilización. Programa de Mejora al Sistema de Atención Social a la Infancia (SASI). Ministerio de Asuntos Sociales, España.


[1] Casados Flores Juan y cols. ( 1997) Niños Maltratados.

[2] Iván Zamora Z.( 1998) Maltrato Infantil.

Maltrato infantil dentro de la familia

Por: Tomás Armando Llamas Uguez

La problemática del maltrato infantil ha sido objeto de atención para los profesionales de manera reciente desde que Kempe describiera en 1962 lo que llamó “síndrome del niño apaleado”, consistente en la descripción de las consecuencias del maltrato físico desde un punto de vista pediátrico, con el fin de buscar una solución al problema. Con este trabajo se “descubrieron los malos tratos infantiles”. Aunque si miramos más allá en el siglo XIX, concretamente en el año 1866, se conoció el caso de la niña Mary Ellen Wilson en Nueva York, quien a los nueve años de edad sufría continuos maltratos y abusos, donde era golpeada, herida con objetos punzantes, atada, además de sufrir desnutrición (Verhellen, 1994).

Lamentablemente, vivimos en un mundo donde la violencia ha existido y predominado desde tiempos remotos. A su vez, el maltrato infantil es algo que se viene dando desde hace mucho tiempo atrás (recordemos el caso de Mary), pero con el único detalle, que ha ido incrementado en su porcentaje.

Desafortunadamente no existe una definición única de maltrato infantil, ni una delimitación clara y precisa de sus expresiones. A pesar de esta dificultad para elaborar el concepto, su concepción depende de factores culturales, étnicos, religiosos, sociales, educativos, etc. Incluso encontramos que se acepta el castigo físico dentro de unos límites digamos “aceptables” como la edad del niño o niña y por supuesto, en ocasiones puntuales (Baumrind, 1994).

 Sin embargo, lo más aceptado como definición de maltrato es “cualquier daño físico o psicológico no accidental a un menor, ocasionado por sus padres o cuidadores, que ocurre como resultado de acciones físicas, sexuales o emocionales o de negligencia, omisión o comisión, que amenazan al desarrollo normal tanto físico como psicológico del infante” (Musitu y García 1994).

En los primeros momentos del desarrollo evolutivo se observan repercusiones negativas en las capacidades relacionales de apego y en la autoestima de las y losEl abuso de los padres a los hijos infantes. Así como pesadillas y problemas del sueño, cambios de hábitos de comida, pérdidas del control de esfínteres, deficiencias psicomotoras, trastornos psicosomáticos, etc. En infantes escolares y adolescentes encontramos: fugas del hogar, conductas autolesivas, hiperactividad o aislamiento, bajo rendimiento académico, deficiencias intelectuales, fracaso escolar, trastorno disociativo de identidad, delincuencia juvenil, consumo de drogas y alcohol, miedo generalizado, depresión, rechazo al propio cuerpo, culpa y vergüenza, agresividad, problemas de relación interpersonal, entre otras causas no menos importantes (Hernández, 2010).

Diversos estudios señalan que el maltrato, casi siempre, continúa de una generación a la siguiente. Así mismo, las estadísticas mundiales revelan que más del 60% de los niños que sufren maltrato pertenecen a la edad escolar y a pesar de ello sólo entre el 5% y el 15% de los casos denunciados provienen de maestros, profesores o docentes del sistema educativo en general (OPS, 2002). Por lo tanto, la preocupación por el maltrato infantil, transciende la intranquilidad local e interna y se ha convertido en los últimos años en una inquietud de nivel internacional.

A su vez, la ONU ha ubicado a México entre las naciones más violentas del mundo. Además de todo lo que esto implica en lo económico, político y social, su impacto más negativo lo tiene, sin duda alguna entre los niños y las niñas púberes y adolescentes que viven a diario distintas situaciones de violencia como pueden ser por la pobreza, la migración, el rechazo y por la ignorancia que tiene algunas personas adultas (OMS, 2010). Cuando la gente es muy pobre, tienden a maltratar a sus hijos, y esto se debe porque en algunos casos estas personas no recibieron educación alguna o una orientación de como formar a sus hijos lo que les hace creer que lo que hacen esta bien.

Datos ofrecidos estiman que en América Latina no menos de 6 millones de niños, niñas y adolescentes son objeto de agresiones severas y un promedio de 80 mil infantes mueren cada año por la violencia que se presenta al interior de la familia (UNICEF, 2006). Entonces, resulta fundamental concientizar a todas aquellas personas responsables del cuidado y la atención de los menores sobre los derechos de la niñez, y capacitar y brindar asesoría, principalmente a los padres, con el fin de lograr una actitud de respeto hacia la niñez.

Sin embargo, es también conocido que la capacidad de algunos individuos a sobreponerse con mayor facilidad al maltrato infantil y sus efectos, radica en su nivel de resiliencia. Entendiéndose éste concepto como “la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones, que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas” (E. Chávez y E. Yturralde, 2006). Esta resiliencia está dada por la contención afectiva y los límites claros puestos a lo largo de la crianza desde la infancia, por lo que quienes cuentan con escasa resiliencia son más vulnerables a padecer estrés postraumático o disociación.

Tomando en cuenta que el desarrollo y la formación de las y los menores depende básicamente de la educación que reciben en casa, así como de la escolaridad formal y del trato que en general reciben en las diversas instancias donde ellos participan, y donde en su mayoría dependen de personas adultas, resulta fundamental adoptar planes, estrategias de acción y programas que incluyan objetivos y medidas para modificar pautas culturales y discriminatorias que justifican y reproducen estereotipos sociales los cuales a su vez, son origen y consecuencia de formas específicas de violencia contra niños, niñas y adolescentes (INMUJERES, 2007).

La prevención del maltrato infantil requiere un enfoque multisectorial. Los programas eficaces son los que prestan apoyo a los padres y les aportan conocimientos y técnicas positivas para criar a sus hijos, que a su vez, son eficaces para reforzar los factores de protección frente al abuso sexual en la infancia. Y cuanto antes se producen estas intervenciones en la vida del infante, mayores son los beneficios que le pueden aportar a él y a la sociedad.

El maltrato infantil es un drama que día a día viven las y los infantes, motivo que no les permite crecer de manera sana y equilibrada como deben hacerlo; contrariamente crecen llenos de temores, cuando en su niñez lo que es primordial es su salud mental y emocional. Todas las personas que maltratan deben razonar y buscar una mejor manera de educar a sus hijos, y si no se sienten capaces de poder hacerlo deberían buscar orientación profesional, porque de este modo se podrá prevenir y erradicar el maltrato infantil (De la Cruz, 2010).

Como ya se menciono, el maltrato infantil es un problema mundial con graves consecuencias que pueden durar toda la vida. Sin embargo, no hay estimaciones fiables de la prevalencia mundial del maltrato infantil, pues no hay datos acerca de la situación existente en muchos países, especialmente los de ingresos bajos y medianos.

Cualquiera de las expresiones de maltrato en contra de los menores, trastorna su desarrollo integral y afecta de manera significativa su rendimiento y funcionamiento en todas las actividades que desempeñan, situaciones que comúnmente prevalecen en la edad adulta y los expone a un mayor riesgo de enfrentar desórdenes psiquiátricos, suicidios o consumo de drogas, entre otros factores que actúan en detrimento de su salud física y mental. Al respecto, se ha insistido en que las actitudes violentas manifestadas en la edad adulta se originan en el seno familiar, por lo general durante los primeros años de vida.

Por lo tanto, los efectos del maltrato sobre el infante dependen de muchos factores: la edad al inicio u ocurrencia de la(s) experiencia(s) violenta(s), el sexo de la víctima, su relación con el(la) agresor(a), la cronicidad de la violencia, etc.

Es importante entender que nadie, independientemente de la edad, merece vivir con miedo, amenazado, lastimado o insultado dentro de su propia familia o grupo social. Asimismo, no existe ninguna razón que justifique el maltrato hacia un niño o niña.

Bibliografía: