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Convivencia e inteligencia emocional en niños y jóvenes en edad escolar

Por. Yadhira Flores Nevárez

El presente estudio bibliográfico tiene como principal objetivo,  reconocer el grado de convivencia e inteligencia emocional entre escolares, ya que, es un tema de actualidad de gran relevancia social debido, principalmente, a que la escuela es una de las instituciones, junto a la familia, en la que se forman los niños y adolescentes. Para abordar este tema será imprescindible conocer, entre otras cosas, qué grado de inteligencia emocional manejan los niños y jóvenes en la convivencia diaria en el aula entre sus pares. En este trabajo, se estudiará la relación entre variables tales como empatía, autocontrol e impulsividad, que forman parte del constructo denominado inteligencia emocional. Los resultados son alentadores, ya que permiten diseñar programas concretos de intervención en relación con la empatía hacia sus propios pares. Es un compendio de información bibliográfica acerca del surgimiento e importancia de la aplicación de programas focalizados a la identificación y enseñanza de la inteligencia emocional (IE) a nuestros niños y jóvenes, realizado como base de un anteproyecto de tesis para la obtención del grado de posgrado en terapia de pareja y familia.

La inteligencia es un tema por demás discutido y, sin embargo, al intentar definirlo, aún no hay parámetros de concordancia.[1] Si  concebimos a la inteligencia como el salir airoso en un medio complicado, resolviendo los problemas y sabiendo adaptarse a los problemas de la vida, nos podremos dar cuenta de que la mayoría de las veces se requiere algo más que el coeficiente intelectual para avanzar (Gardner, 1995).

Es decir, la inteligencia (proveniente del latín, intellegere, término compuesto de inter “entre” y legene “leer, escoger”, por lo que etimológicamente, inteligencia es “saber escoger” las mejores opciones para resolver una cuestión)[2] y la emoción (del latín emotio, que significa “movimiento o impulso” ; en psicología se define como aquel sentimiento o percepción de los elementos y relaciones de la realidad o la imaginación, que se expresa físicamente mediante alguna función fisiológica como reacciones faciales o pulso cardiaco e incluye, reacciones de conducta como la agresividad, el llanto)[3] son tan antiguas como la ciencia misma y existen múltiples estudios al respecto.

Sin embargo, el término inteligencia emocional, no ha sido estudiado ni discutido como estos conceptos de manera aislada. Este tiene sus antecedentes en el proyecto Spectrum de Howard Gardner, quien es el creador de las inteligencias múltiples, él fue el primero en criticar y reconocer que el repertorio de habilidades del ser humano va más allá de la palabra-número en que se enfocan los estudios tradicionales. Gardner sostiene que deberíamos pasar menor tiempo “evaluando” niños y más tiempo “ayudándolos” a identificar sus gracias y competencias naturales, para así cultivarlos.

Posteriormente, esta propuesta de Gardner es retomada por Goleman en su libro Inteligencia emocional,[4] donde gracias a él se populariza el término y que este llegara a las masas, el cual profundiza en el tema y lo aterriza en el léxico de la población como la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. Goleman estima que la IE (inteligencia emocional) se puede organizar en torno a 5 capacidades: Conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación y gestionar las relaciones.

La importancia de la IE radica en aprender a administrar las emociones para que éstas trabajen a favor de la persona. La carencia de alfabetización en IE en las instituciones educativas de nuestro medio ha incidido en el comportamiento aislado, deprimido, indisciplinado, impulsivo y agresivo de los estudiantes y también en sus  aprendizajes pedagógicos. El bajo desarrollo de la IE acentúa el aislamiento, la ansiedad, la depresión, los problemas de atención o del pensamiento, la delincuencia y la agresividad.

Es por eso que se debe considerar de vital importancia, la necesidad de conocer la capacidad de adaptación, tolerancia a la frustración, toma de decisiones, autoconocimiento, en fin, todo lo que engloba la inteligencia emocional en sí, para que de esta manera, sea un punto de partida, para la aplicación de programas en instituciones educativas que promuevan  el autocontrol, la empatía y el arte de escuchar, resolver conflictos y colaborar con los demás. Pero se necesita en primera instancia conocer y detectar en qué nivel se encuentran nuestros estudiantes en materia de inteligencia emocional, para que, a partir de este constructo (inteligencia emocional) se llegue a la acción (aplicación de programas enfocados en el fortalecimiento en materia de inteligencia emocional).Si bien el fenómeno de instigación escolar, no es nada nuevo, si lo es el hecho del aumento de casos de depresión, suicidios, vandalismo, etc en el adulto joven (18-34 años). Personas incapacitadas para adaptarse a su entorno de manera eficaz, por la exposición repetitiva desde su infancia de conductas agresivas (físicas y psicológicas) y sin las herramientas emocionales para adaptarse a las mismas.

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.

Aristóteles, Ética a Nicomaco.

 Bibliografía

  • Entrevista con Howard Gardner en INTERNET, http://www.zona.mcye.gov.ar/Zonaeducativa/revista 18/reportaje.html.
  • Gardner H (1995).  Inteligencias múltiples. Barcelona: Paidós
  • Goleman D (1995). Inteligencia Emocional.  E.U.A:Vergara.
  • Wikipedia, Definición de emoción, http://es.wikipedia.org/wiki/emoción
  • Wikipedia, Definición de inteligencia, http://es.wikipedia.org/wiki/inteligencia
  • Papalia D,Wendkos S, Duskin R (2001). Psicologia del Desarrollo. Colombia: Mc Graw-Hill.

[1] Papalia D,Wendkos S, Duskin R. Psicologia del Desarrollo. P. 392.

[2] es.wikipedia.org/wiki/inteligencia

[3] es.wikipedia.org/wiki/emoción

[4] Goleman D. Inteligencia Emocional

FAMILIAS Y NIÑOS CON PÉRDIDA AUDITIVA

Por. Kenya Denisse León Lieras

Los padres cuando ven y cargan en brazos por primera vez a su hijo, se llenan de emoción y esperanza, pero, ¿qué pasa con esos padres cuando les confirman un la pérdida de audición en su hijo? Todo tipo de preguntas pasa por la mente de esos padres: ¿En verdad tiene mi hijo una pérdida de audición? ¿Desaparecerá, mejorará? ¿Por qué mi hijo no oye? ¿Soy culpable? ¿Cómo podremos costear su tratamiento? ¿Cómo afectará su pérdida de audición en su vida? ¿Cómo podré comunicarme con mi hijo? En el momento que la familia recibe la noticia del miembro con pérdida de audición, pasan por un proceso de duelo por el cual deben lidiar cada uno de los integrantes de la familia; es un recorrido individual y todo el mundo responde de manera diferente y por intervalos diferentes. Dentro de las reacciones de la familia al diagnóstico, se dan las siguientes (LUTERMAN & ROSS, 1985):

  1. Choque emocional;
  2. Reconocimiento (aflicción activa);
  3. Negación (retirada defensiva);
  4. Admisión o negación;
  5. Acción constructiva o adaptación

El niño con pérdida auditiva, altera el equilibrio familiar por el resto del ciclo vital familiar. El niño sordo plantea muchos problemas a la estructura familiar veamos:

La vida conyugal de los padres:

La madre es quien asume el manejo del niño y se siente constantemente angustiada por la agobiante responsabilidad de la toma de decisiones en todo lo relacionado al niño sordo, sin el apoyo de un esposo bien informado o comprometido, quien, automáticamente asume un papel pasivo-evasivo en el manejo del niño, siendo sumamente difícil para el, delegar la toma de decisiones en su esposa, sintiéndose menos competente que ella.

Los padres como personas:

Se comete el error de que los profesionales de la salud (y hasta de los mismos padres) no reconocer las necesidades individuales de los padres para su desarrollo personal. Los padres tienden a volverse unidimensionales, es decir, solo piensan y viven en términos del déficit del niño, lo cual puede provocar una enorme cantidad de resentimiento y culpa por sentir enojo hacia su hijo y su sordera.

El niño con pérdida auditiva:

El niño sordo puede sentir que nunca satisface realmente a su madre o/y padre, y quizá nunca se sienta digno de recibir el tiempo y las cosas materiales que se le están dando; ocasionándole problemas emocionales en la adolescencia y su adultez, debido a los sentimientos de culpa que carga y una reducida autoestima.

Relación entre los padres y el niño sordo:

La sordera puede llevar a que se de un bloqueo de la comunicación con el hijo, haciendo que las relaciones entre éstos, se vivan tensas y metódicas; esto, debido a la ansiedad de los padres por tener que explicarles y enseñarles los objetos y la vida por medio de un sistema de lenguaje en proceso de aprendizaje[1] para ellos.

Relación entre los padres y los abuelos

Sucede que a los abuelos, les resulta más difícil manejar el dolor de tener un nieto discapacitado en audición y a la vez, saber que su propio hijo está sufriendo. Si la madre y el padre buscan el apoyo de sus propios padres, frecuentemente no lo obtienen, puesto que son ellos mismos los que tienen que actuar como padres de sus propios padres, proporcionándoles la información y el apoyo emocional. Los padres jóvenes con frecuencia resienten profundamente esta inversión de papeles por lo mucho que necesitarían ser consolados por sus padres, sin lograrlo.

El hermano:

Con mucha frecuencia, el hermano obtiene proporcionalmente menos tiempo y energía de sus padres, por lo que no es raro que busque formas  de llamar la atención de sus padres. El hermano es agobiado por tener que asumir responsabilidades para el cuidado de su hermano (por ejemplo, actuar de niñera mientras los padres van al médico). Así mismo, el hermano puede percibir y responder a la preocupación de los padres y no quiere ser visto con, o cuidar al niño sordo en público [2] porque pueden llegar a ser identificados como «el hermano del niño sordo», lo cual les puede resultar bastante doloroso.

Recomendaciones.

Es importante ser receptivo con respecto a la pérdida de audición. Promueva la educación sobre la pérdida auditiva en su familia y en su comunidad, esto conducirá a la aceptación. En la pareja el dialogo abierto es lo mejor, están caminando juntos en este reto, donde es necesario una reestructuración conyugal y familiar, no deje de lado a su pareja por ocuparse de su hijo. A los abuelos ayúdeles a entender que la mejor forma de ayudar es manteniéndose conectados con el niño; asegúrese de mantener claras las expectativas papas-abuelos, de esta manera ellos no sentirán que lo están defraudando y que están fallando en cumplir sus expectativas. Debe asegurarse de escuchar a cada uno de sus hijos y de buscar apoyo si siente que es necesario; permita que vaya(n) y participe(n) con el audiólogo, la sala de terapia, etc.[3] Todos los niños necesitan tres tipos de recursos internos para lograr convertirse en personas autosuficientes:

  1. sentirse bien de sí mismos y de otros,
  2. comprensión del bien y el mal y
  3. una fuente de alternativas para resolver problemas

Estrategias para mejorar la relación padre-hijo y para criar niños que serán adultos autosuficientes y responsables:

  1. Manifieste expresiones de amor.
  2. Sea predecible: Las rutinas y los horarios proporcionan estabilidad y seguridad en el niño.
  3. Comuníquese claramente: Asegúrese de que sus palabras, el tono de la voz y las expresiones faciales coincidan, respetando su necesidad de atención dividida[4].
  4. Observe y comprenda los comportamientos problemáticos en su hijo: ¿Está él/ella teniendo problemas para expresarse o está proyectando su energía negativa en una forma física?
  5. Reconozca a su hijo cuando se porte «Bien».
  6. Adecue su entorno para que el niño pueda explorar, defina al niño las reglas y los límites
  7. Establezca límites razonables.
  8. Prevenga los berrinches. Anticipe este tipo de situaciones y ayude a sus hijos a evitar una crisis señalando alternativas para solucionar el problema.
  9. Enseñe buenas técnicas para resolver problemas: Defina claramente los comportamientos que son inaceptables y el por qué son inaceptables; luego preséntele (niños pequeños) o pregúntele (niños mayores) sugerencias positivas de que debe hacer la próxima vez.
  10. Busque ayuda profesional cuando sea necesario. Si los problemas de conducta persisten, la ayuda profesional es un excelente recurso que puede proporcionar apoyo y un plan de acción constructivo.
  11. Sea paciente con su hijo y consigo mismo. Recuerde que su niño está en un proceso de aprendizaje llamado “infancia”, su consistencia, paciencia y amor va a proporcionarle a su hijo el apoyo necesario para convertirse en un adulto maduro e independiente.

REFERENCIA BIBLIOGRAFICA.


[1]Se utilizan: lenguaje de señas mexicano (LSM), lectura de labios y lenguaje oral ya sea mixto o como único lenguaje.

[2]La actitud de sentirse apenado parece ser más evidente en el caso de los hermanos adolescentes.

[3] Esta es una práctica aceptada por muchos profesionales si solicita permiso previo a la cita

[4] El sordo tiene toda su atención en lo visual: se debe señalar el objeto, esperar que mire ese objeto y regrese la vista al rostro del que le habla y dar la instrucción deseada de ese objeto. El sordo no puede recibir instrucciones mientras mira el objeto porque no “escuchara”.

Que necesitan nuestros Jovenes…

Por: Psic. Francisco A. Olvera Minjares

La educación que recibimos de nuestros padres, y los medios de comunicación, nos hicieron creer que nuestros hijos se podían  «traumar» si les hablamos fuerte, si los castigamos, o les marcamos límites muy claros. Nos hicieron temerle al conflicto con los hijos, evitamos temas complicados, evitamos sancionar, nuestras consecuencias frente a las reglas deja mucho que desear.

            Se nos olvido ser autoridad. Se nos olvidó, que como padres, nuestra función primordial es educar a nuestros hijos, y me refiero a educar para la vida, no a la educación escolar.

            La generación actual, jóvenes entre 18 y 30 años, no tienen definido que quieren en la vida, o como dijo Bucay, «¿para que viven?» les falta el temple, el sentido de vivir, del que habla Viktor Frankl.

            Pilar Sordo, Psicóloga chilena, propone en su libro «¡Viva la Diferencia!» lo que ella llama » LOS TRES PILARES DE LA EDUCACIÓN»

  • RESPONSABILIDAD
  • LIBERTAD
  • FUERZA DE VOLUNTAD

            Los padres debemos educar a nuestros hijos para que tengan responsabilidad, debemos darles tareas y deberes de vida, no solo académicos, que les permitan poco a poco, sentirse aptos para enfrentar la vida, conozco jóvenes que tienen maestrías y doctorados, pero que no saben salir a buscar trabajo, jóvenes con licenciatura en mercadotecnia,  que creen denigrante trabajar en un puesto de tacos, cuando, es ahí, donde pueden ejercer su profesión,  Jóvenes que creen merecerlo todo por haber estudiado y creen injusto que nadie les de  trabajo, sin haber luchado antes por conseguirlo.

            Estas tareas  de vida, pueden ser: hacer labores en casa, trabajar en vacaciones, hacer labor social, ayudar en el trabajo a los padres, etc.

            La libertad concebida como “hacer lo que tiene sentido para mi proyecto de vida”, y no como “hacer lo que yo quiero”,  sin embargo, para tener esta libertad, es necesario primero ser responsable, un Joven responsable, tendrá la claridad de pensamiento para decidir cuándo ejercer su libertad, es decir, cuando hacer algo para darle sentido y rumbo a su vida.

            Para lograr esto, es necesario permitirle, la toma de decisiones responsables, en donde pueda asumir las consecuencias de sus acciones, sean estas consecuencias logros o fallas.

            Y por último, la educación de la fuerza de voluntad, que será necesaria para ejercer la libertad y la responsabilidad.

            Sin la fuerza de voluntad, no hay acción que continúe, meta que se alcance, sueños que se persigan, la fuerza de voluntad, se adquiere en el día a día, con la “obligación” de hacer aquello que en ocasiones no nos gusta hacer o no tenemos ganas de hacerlo, la fuerza de voluntad, es aprender a encontrar motivos donde no los hay, la fuerza de voluntad, es anteponer mi responsabilidad a mi flojera o desgano.

            Para formar estos tres pilares los padres, debemos ser consistentes y congruentes, ser consistentes, significa, no desautorizarse entre los adultos, mantener firme la decisión de castigos o consecuencias por las acciones de los hijos, mantener la congruencia entre los castigos y las faltas, no cambiar los valores o puntos de vista por conveniencia.

             La educación de la fuerza de voluntad, no se logra  FACILITANDOLES LAS COSAS, sino enseñándoles como enfrentarse a ellas y a darles solución.

             SI QUIERES QUE TU HIJO ANDE EL CAMINO, NO LE HAGAS EL CAMINO, ENSEÑALE COMO HACERLO, Y EL DECIDIRA EL RUMBO.

Autoestima

Por: Psic. Francisco Olvera M.

EL VALOR QUE TIENEN LAS PALABRAS

Podría escribir un libro completo de todas estas maravillosas palabras, que fueron parte de un movimiento social en algún momento:

  • -Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas., (Ernesto “Che” Guevara)
  • -El peor enemigo de la revolución es el burgués que muchos revolucionarios llevan adentro- (Mao Tse Tung)
  • -No hay Revolución sin Revolucionarios – Los revolucionarios de todo el mundo somos hermanos – (José de San Martín).
  • En los momentos de crisis sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. (Albert Einstein).
  • -Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. (Jesús de Nazaret según Mateo 5:1-12)
  • -Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena…(Martin Luther King)
  • No podemos tener una revolución que no involucre y libere a las mujeres. (John Lennon.)
  • -El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan. (Karl Marx)
  • -Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista. (Obispo Helder Camara).

Sin embargo, me pregunto, ¿acaso sirven de algo las palabras, pronunciadas o escritas si nadie las escucha o lee?

Las palabras, están allí, o más bien, están aquí, en este preciso instante, estas palabras que escribo, ¿qué valor tienen?, ¿a quién impactan?, ¿a quién le mueven la conciencia?, ¿a quién le importa?

¿A mí?, que soy quien las plasma en este documento, o ¿a ti?, qué las estás leyendo.

Te has puesto a pensar, ¿realmente, quien le da valor a las palabras?, ¿el que las dice o escribe, o quien las escucha o lee?

En un principio, obviamente, el valor inicial, se lo da quien las dice o escribe, porque esa es la intención, decir o escribir algo para comunicar ideas y emociones, pero es quien las escucha o lee, quien finalmente dará valor a las palabras, las hará suyas, les pondrá una emoción y las compartirá.

Cada vez que leo o escucho algo, SOY YO, quien le dará valor a eso que leí o escuché, SOY YO el lector o escuchante[1] quien se apropia del mensaje, le da un valor y le asigna un sentimiento.

Tengo la libertad de decidir, si lo que escucho o leo, me lastima, me fortalece, me hace feliz o simplemente, ignorarlo.

SOY YO,  cuando leo  o escucho,  el que decide si lo que escribes o dices, vale la pena ser leído o escuchado.

SOY YO, quien se engancha cuando escucha palabras ofensivas o altisonantes, SOY YO quien se lastima por lo que escucha, SOY YO quien se siente feliz, con lo que escucha o lee.

Finalmente lo que escucho o leo, me afectará de alguna manera, solo si YO PERMITO QUE ASI SEA.

SOLO YO, soy responsable de DARLE VALOR A LAS PALABRAS,  al ESCUCHARLAS O LEERLAS.

 


[1] NOTA: Intencionalmente utilicé la palabra Escuchante en lugar de Oyente, porque considero más adecuada al proceso de oír racionalmente